30/9/11

People always leave.




Cierra los ojos. Rápido. Intenta desesperadamente recodar algo sobre ella. Cualquier cosa. Cualquier gesto. Sólo quiere comprobar que no se está yendo también de su memoria. Intenta aferrarse a lo único que le queda de ella. Recuerdos.

“Pues sí, se va” se dijo a sí mismo una mañana de julio. Y al mismo tiempo en el que un cúmulo de alegría le invadió al saber que ya, por fin, ella había encontrado su camino, inesperadamente derramó una lágrima.

Se va.

Y en ese instante le vinieron a la cabeza miles de pensamientos. Tantos, que hasta le empezó a doler la cabeza un poco. Un batido de preocupaciones, sentimientos e imágenes perfectamente mezclado y agitado. Había vivido tanto con ella, que era muy difícil centrarse en solo una cosa. Pero aún así, se acordaba de todo. De todas sus bromas, saludos ridículos, canciones, palabras que les resultaban graciosas, y hasta de sus cagadas.

Fueron muy grandes juntos. Eran una unión perfecta. La optimista y el pesimista. El responsable y la atrevida. La que no le gustaba decir la palabra suerte y el que se la decía. Se complementaban de tal manera que cuando estaban juntos sus similitudes sobrepasaban a sus diferencias. Tanto, que a veces uno podía adivinar el pensamiento del otro, interpretar sus gestos e incluso hasta en el momento oportuno ambos podían guiñarse el ojo a la vez sin planearlo.

Ahora han pasado unos meses, ya se ha ido. Y él intenta por todos los medios seguir. Sin embargo, no puede evitar echarla de menos y cada día se pregunta qué va a hacer sin ella, sin esa conexión.
La más fuerte que jamás ha sentido con otra persona.

Move on.




Mucha S.

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