8/4/11

Story of a lonely guy.


-Hey.
-Hey.
-Mira, he estado pensando en lo que me dijiste el otro día y pienso que tienes razón.
-Espera, puede que haya exagerado un poco, estaba enfadado. Sabes que no fue una de mis mejores noches.
-No, es verdad, últimamente estoy actuando de manera muy rara. Como si no fuera yo mismo. Y creo que es porque estoy intentando encontrar mi sitio.
-Yo creía que era por ella.
-En parte. Ella es la causa por la todo mi mundo está hecho un desastre. Ha derrumbado los pilares de mi vida sin piedad y ahora me estoy replanteando todo. Pero no la culpo.
-Entiendo.

-Escucha, sé que nos conocemos desde hace poco pero confío en ti como si te conociera de siempre. Te voy a contar mi historia y espero que entiendas por lo que estoy pasando.

Siempre lleve una vida solitaria. De pequeño era el niño que prefería jugar solo con su imaginación. Tenía amigos, si, como cualquier niño pequeño, pero cuando veía la oportunidad cogía mi avión de juguete e iba a correr por ahí sólo. Pensaba que era mejor estar solo a esperar que la gente te decepcionase. Pues tarde o temprano siempre la gente me acababa decepcionando. Recuerdo que me encantaban los días de lluvia. Sobre todo cuando había tormentas eléctricas. Podía estar junto a la ventana durante horas. Viendo como la gente se mojaba y corrían hacia sus casas. Era la sensación que más me gustaba en el mundo. Esa sensación de estar a salvo, estar en casa. Cuando llegué al instituto todo cambió aparentemente, aprendí a confiar de verdad en las personas. Aprendí a ver lo bueno que hay en ellas. Empecé a tener amigos de verdad. Pero algo fallaba, en el fondo, seguía siendo aquel niño solitario. Las chicas me poseían pero nunca eran mías. Seguí con ese sentimiento demasiado tiempo. Pero de repente no hace mucho algo cambio, poco después de llegar a este sitio me vi rodeado de gente en la que confiaba. Un grupo de amigos que, a pesar de todo, se cuidaban entre ellos y se querían. Y en ese grupo estaba ella. Al principio ni me había fijado, pero aquel día en la playa, al verla llorar, me di cuenta de que algo grande estaba pasando en mi interior. Pues en ese momento ella me hizo sentir como si afuera estuviera lloviendo, como si estuviera una vez más junto a esa ventana. A salvo, en casa, pero esta vez acompañado. Ha cogido mi mejor sentimiento y sin saber cómo lo ha mejorado sin tan siquiera proponérselo.

Y ahora pienso que es la única que puede curar mi soledad.


1 comentario: